Muchas personas desean ser amables en el trabajo, en buena medida con la esperanza de recibir a cambio un trato similar al que se otorga.
Son trabajadores que muchos califican como buena gente, que a veces exageran en bondad y confianza hacia el resto de sus compañeros. Vale decirse que este tipo de personalidades se ven inmersos en problemas en ciertos ambientes, pues no son del todo certeros o fuertes en sus decisiones.
Sin duda, ser cordial y confiar en los demás es una virtud. No obstante, todo en exceso se convierte en algo negativo y se revierte contra nosotros. Por ello, te mostramos el lado oscuro de ser excesivamente buena gente y cordial en un entorno laborar:
Los demás lo perciben como alguien débil
Recuerde que todo espacio laboral es un entorno competitivo. La gente se deja llevar por el lenguaje corporal y por la actitud servicial. Por ello, querrán aprovecharse de las personas que consideran buena gente. Es común que les pidan muchos favores y en cambio cuando estos individuos están en problemas, no reciben el mismo nivel de ayuda.
Los demás no se preocupan de sus sentimientos
Los estudios demuestran que en los entornos sociales sucede que las personas parecen no interesarse por aquellos que son muy serviciales o comedidos. Esto se debe a que no son muy explícitos o porque rara vez son polémicos en lo que hacen. Se trata de una situación común que se repite en ambientes familiares, laborales o de otra índole.
Atraen a gente negativa o que desea aprovecharse de ellos
Quienes son buenas personas suelen ser un imán para atraer a los astutos y aprovechados. Nunca falta quien desea beneficiarse de quienes son buena gente, pues saben que siempre contarán con su apoyo incondicional en cualquier instancia. No obstante, en cuento puedan se harán los desatendidos y le darán la espalda a esa persona que los ayuda.
Los tres aspectos antes indicados muestran el panorama más complicado de ser buena gente en el trabajo. Por ello, si tienes este tipo de personalidad, debes aprender a tener un carácter más fuerte y cuando sea necesario debes negarte.
No sacrifiques parte de tu tiempo. Primero cumple con tus responsabilidades. Luego, cuando te toque hacer un favor selecciona muy bien a quien se lo haces, pues tu ayuda vale mucho y no la merece cualquiera.